15 de abril de 2015

La innovación pública y esos proyectos que nunca llegan a nada

El reciente post de Xavier Marcet en Sintetia, "La innovación y el tiqui-taca", me viene muy bien para comentar un par de situaciones que suelen darse muy a menudo en nuestras administraciones públicas.

Habla en su post de la existencia de una innovación tiqui-taca. La que hace preciosismo con retos, ideas y prototipos pero no llega nunca al mercado. La que pone más énfasis en la liturgia que en los resultados. La que piensa más en funnels que en clientes. Esta innovación tiqui-taca, ni prepara ante la disrupción, ni permite sedimentar la convicción de que afrontar cambios profundos no es algo excepcional si no algo consustancial a las organizaciones contemporáneas.

Aunque Xavier Marcet se refiere la empresa privada ¿no os suena algo de esto en la administración pública, pero elevando un poco más el tono?



Comenta que la innovación en las empresas sirve básicamente para tres cosas:

1). Impactar en la cuenta de explotación gracias al desarrollo de nuevos productos y servicios que aportan un carácter diferencial para los clientes.

La administración pública no tiene cuenta de explotación al uso, pero tiene la capacidad de innovar para mejorar nuestros productos y servicios, incluso idear otros nuevos. Pero si no consiguen el éxito, que en nuestro caso no se reflejará en ninguna cuenta de explotación, no estaremos innovando. Ni con el moderno trámite on-line tan complicado de finalizar que no lo utiliza nadie, ni con el maravilloso portal de transparencia tan poco usable que es imposible encontrar la información que estamos buscando.

Parece ser que necesitamos algo parecido a una cuenta de explotación para medir el éxito de nuestras innovaciones. Mientras tanto seguiremos mareando la perdiz con métricas precocinadas.


2). Preparar a la organización para cambios culturales que permitan afrontar con garantías procesos de transformación rápidos y radicales.

Ya se conformarían algunos con sólo plantear esto, incluso quitando lo de rápidos y radicales. ¿No os da la sensación que, pese a los avances que se van consiguiendo en la gestión de las administraciones, vamos a paso de tortuga? Esta sensación cada vez será mayor si no nos andamos con ojo, incluso con algunas organizaciones privadas.

Y si de cultura hablamos... En estas fechas volvemos a sufrir el llamado ciclo político (algo que tenemos en la cabeza sólo los que trabajamos en la administración), es decir, por un lado deprisa y corriendo que hay que acabar antes de la campaña electoral y por otro proyectos que se estancan, se postergan, incluso mueren porque llegan las elecciones y no se sabe que pasará. Así que mejor nos estamos quietecitos no vayamos a fallar justo ahora. El fracaso no está permitido. Los experimentos con gaseosa.

3). Definir un perímetro de negocios abierto, capaz de concretar alianzas y modelos de negocio compartido.

Llegamos a un apartado esencial del que se nos llena la boca al hablar, incluyéndome a mi. Pero, ¿realmente con cuantas organizaciones, tanto públicas como privadas, estamos colaborando en proyectos más o menos innovadores? ¿Una o dos, quizás tres? En el peor de los casos ninguna. El perímetro de la administración parece más una coraza.


Hay un par de frases para rematar el tema: La innovación del tiqui-taca, la que se recrea pero no produce resultados, se la combate desde arriba, con líderes que den ejemplo. Líderes que no juzguen la innovación de los demás simplemente, sino más bien líderes que sean innovadores, que exploren, que den ejemplo.

¿La cultura imperante en la administración pública deja que afloren estas conductas? ¿O es que realmente estamos faltos de este tipo de líderes? El marco normativo y la ausencia de un modelo de gestión pública entorpecen notablemente su nacimiento, y otras acciones que se creen menos críticas como la referente a los recursos humanos, pero que son muy necesarias, quedan eternamente postergadas, dando como resultado un cúmulo de circunstancias que nos obligan a volver a cometer una y otra vez los mismos errores.

Puede ser que necesitemos un juego más directo, o quizás al contraataque.

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