9 de septiembre de 2010

La interoperabilidad también es cosa de personas

Según el glosario de términos del RD 4/2010 por el que se regula el Esquema Nacional de Interoperabilidad en el ámbito de la Administración Electrónica, se entiende por Interoperabilidad la “capacidad de los sistemas de información, y por ende de los procedimientos a los que éstos dan soporte, de compartir datos y posibilitar el intercambio de información y conocimiento entre ellos”.

El RD en su introducción indica que la finalidad del Esquema Nacional de Interoperabilidad “es la creación de las condiciones necesarias para garantizar el adecuado nivel de interoperabilidad técnica, semántica y organizativa de los sistemas y aplicaciones empleados por las Administraciones públicas, que permita el ejercicio de derechos y el cumplimiento de deberes a través del acceso electrónico a los servicios públicos, a la vez que redunda en beneficio de la eficacia y la eficiencia.

El artículo 6 hace referencia al carácter multidimensional de la interoperabilidad. “La interoperabilidad se tendrá presente de forma integral desde la concepción de los servicios y sistemas y a lo largo de su ciclo de vida: planificación, diseño, adquisición, construcción, despliegue, explotación, publicación, conservación y acceso o interconexión con los mismos.

Para el que no lo tenga claro en el glosario de términos define interoperabilidad organizativa como “aquella dimensión de la interoperabilidad relativa a la capacidad de las entidades y de los procesos a través de los cuales llevan a cabo sus actividades para colaborar con el objeto de alcanzar logros mutuamente acordados relativos a los servicios que prestan.

Y eso es precisamente lo complicado. Creo que no le prestamos suficiente atención a la interoperabilidad técnica, y ninguna a la organizativa.

La segunda y tercera conclusión de la Declaración de Interoperabilidad de Valencia dicen:
  • "La interoperabilidad es un elemento multidimensional, que integra los aspectos técnico, semántico, organizativo, jurídico y cultural, exigiendo la existencia de equipos humanos especializados y mulitidisciplinares dentro de las administraciones y el fomento de grupos de trabajo interadministrativos y de órganos de composición mixta publico-privado de interoperabilidad.
  • El elemento clave para que la interoperabilidad sea real es el factor humano. Es fundamental la formación y especialización de las organizaciones y de los responsables y empleados públicos, orientando su gestión y acción burocrática y pública hacia la coordinación, la interoperabilidad y hacia la compartición de tecnología, información y conocimiento.
Así en el documento Restricciones político-institucionales que obstaculizan la interoperabilidad en América Latina, de Diego Pando, expone que “la interoperabilidad no es un mero asunto de desarrollo de soluciones para la conexión y transmisión de datos entre sistemas y servicios informáticos”.

…“El desafío consiste en reducir la brecha entre las intenciones que parecen mostrar los gobernantes y las acciones concretas.”

…"Más allá de las metas tecnológicas que están detrás, el trabajo coordinado entre organismos implica afectar estructuras, procesos y presupuestos. Por lo tanto, no debe perderse de vista que un trabajo eminentemente político, en el sentido que para la pluralidad de actores que intervienen significa tensiones, negociación, incertidumbres, costos o beneficios."

Bueno, toda esta introducción me sirve de escusa para reivindicar de nuevo la colaboración entre trabajadores públicos. Si las Administraciones seguimos siendo islas, o Reinos de Taifas, no hay interoperabilidad que valga. Por mucho que seamos capaces de hacer que las máquinas se comuniquen, si no conseguimos una mejor comunicación entre las distintas organizaciones, trabajadores públicos, tanto funcionarios como políticos, no creo que esto funcione todo lo bien que debiera.

Es evidente que la meta que nos marquemos definirá que tipo de interacción se ha de establecer entre los participantes de un proyecto de interoperabilidad, pero ciertamente su ámbito debe ser colaborativo, y por ello de objetivos comunes y sobre todo compartidos.

Si en estos proyectos sigue primando la tecnología conseguiremos un mar de pequeñas islas interoperables, pero imposible de navegar para un ciudadano, que se perderá entre cartas de navegación.

Para evitarlo es necesaria esa interoperabilidad multidimensional y organizativa de la que hablábamos al principio. Desde la concepción de los servicios, desde su planificación y diseño. Y eso de momento lo hacen las personas.

En los proyectos centrados en la tecnología es habitual que no todos participantes asuman los objetivos como propios. Es normal en estos casos que la administración de orden superior, territorialmente hablando, lleve la voz cantante, y raramente las aspiraciones de ambas administraciones coinciden, ya que es difícil que los proyectos de interoperabilidad únicamente tecnológica sean recíprocos al 100%. Siempre hay un propietario del trámite y de la aplicación que soportará el servicio, y un colaborador, un propietario del proyecto, que suele ser el que pone más, o toda, la pasta, y un socio. Es duro, pero es así de crudo.

Por ello es muy importante establecer esa colaboración entre personas, esa coordinación para compartir conocimiento, información y tecnología. Pero de una manera clara y pública, no basada en la decisión personal de un responsable.

Hay que perder el miedo y las reticencias. Y como todo cambio, la interoperabilidad necesita gestión, gestión del cambio, gestión de personas.

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