28 de diciembre de 2009

Quiero un mundo mejor para mi hijo


Llevo mucho tiempo pensando en escribir algo sobre la intoxicación de información que estamos sufriendo, infoxicación que decía Cornella. Creo que la enfermedad es mucho más grave, a tenor de los síntomas que presentamos. La humanidad se ha vuelto insensible.

Corazón de plástico, metal y cristal.

No es posible sentarme tranquilo a tomar un café leyendo el periódico sin que me den ganas de vomitar. Asesinatos, violaciones, palizas, bebes maltratados, millones de niños condenados a morir, países en guerra desde hace años. ¿Crímenes contra la humanidad? No se puede matar a un muerto.

Levanto la vista y veo como hay gente que pasa página y se centra en los deportes o los cotilleos.

Por eso a veces pienso que lo que ha sucedido en Copenhague es lo mejor que podría pasarnos. No creo que nos merezcamos vivir mucho tiempo aquí, así que cuanto antes nos carguemos el mundo mejor.

Pero entonces aparece mi hijo, mis hijos en realidad, con sus risas y sus juegos, con sus ojos iluminados cuando me miran, idealizándome, como si tuviera la solución a todos sus problemas. Y puede que la tenga por unos años, para esos pequeños problemas cotidianos, pero no para los realmente importantes.

¿Y que hago para evitar todo esto? ¿Donar ropa y juguetes usados, hacerme socio de una ONG?

Si mi hijo comprendiera la gravedad de la situación no creo que se sintiera muy orgulloso de las medidas que toma su padre.

A primeros de diciembre me pareció curiosa la campaña que Greenpeace realizó para la cumbre de Copenhague. Envejeciendo el rostro de líderes mundiales como Obama, presentándolos tal y como se verían en 2020. Las imágenes iban acompañadas de la siguiente leyenda: “Lo siento. Podríamos haber detenido un cambio climático catastrófico... pero no lo hicimos”. En los anuncios también se lanzaba un reto: “Actúa ahora: cambia el futuro”. Pienso que quienes deberían aparecer en cada uno de esos carteles somos nosotros, los ciudadanos de a pie, que tampoco es que estemos haciendo gran cosa. Por ello nuestros representantes no hacen gran cosa.

Decía Baden Powell "Tratad de dejar este mundo en mejores condiciones de como os lo encontrasteis" y, sinceramente, nos estamos poniendo muy difícil la tarea.

Por ello debemos pensar más en las generaciones futuras y menos en nosotros. Quiero dejarle a mi hijo un hogar cómodo y confortable, no una jungla de violencia, contaminación y mentiras.

Pero la verdad es que yo solo no puedo, mi grano de arena no es nada sin el vuestro. Tenemos que hacer algo, pensar en hacer algo y hacerlo. Porque no creo que esta frase ronde sólo mi cabeza: "Quiero un mundo mejor para mi hijo".

Ese es mi verdadero propósito para el año que viene, para todos los años.

2 comentarios:

  1. Antonio, yo creo que más que insensibles, toda esta cantidad de información nos está volviendo inconscientes. Inconscientes de lo que es realmente importante, que pasa por delante de nuestras narices sin que seamos capaces de reparar en ello. Daniel Goleman lo explica en este vídeo, donde se refiere en concreto a la compasión, pero yo lo veo extensible a todo aquello que es importante para nosotros y para nuestros hijos. (http://www.ted.com/talks/lang/spa/daniel_goleman_on_compassion.html)

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  2. Gracias Jose Ignacio por el enlace, el vídeo de Goleman es muy interesante. En cuanto a si nos vuelve inconscientes o insensibles es posible que tengas razón, pero el caso es que seguimos igual, sin actuar. Espero simplemente que en Enero sea capaz de dar un pequeño paso para ayudar a alguien, en Febrero... Y por lo menos ser mas consciente del mundo en el que nos ha tocado vivir.

    Gracias de nuevo por pasarte por aquí.

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